2.1.04

Jolideis on ais

Lo primero que hice al llegar a la Isla de Samudio fue comprarme una notbuc para poder mantenerme en contacto con el resto del mundo en cuestión de microsegundos.
Escoger el modelo no fue moco de pavo hasta que di con la máquina apropiada, diría que casi hecha a mi medida: una Phantom B12 con 3678 kg. de memoria sensorial y tarjeta freesnower de velocidad extrema en autopistas de alta compresión, potenciómetro T4 Montpellier y lo mejor de todo: su tonalidad asalmonada que hacía perfecto juego con mi catsuit de gala y mi biquini de pintas petrolezcas.
Feliz y relajada me instalé en mi sillón directorio de estilo Luis XV, sobre la dorada arena de conchillas caucásicas, sillón que tuvieron a bien proveerme los organizadores del tour de France, junto a una coqueta sombrilla con caracteres chinos que rezaban la marca de una conocida bebida típica del lugar.
Feliz y relajada (decía), me puse cómoda y pronta para la interelación virtual que tanto bien le hace a la unión de los pueblos. El embelezante sonido de las olas golpeando en las rocas del acantilado y el sol abrasando mi fresca y lozana piel, como telón de fondo.
Todo calmo, todo placentero y amable hasta que una grácil gaviota, haciendo el preciso equilibrio y la cadencia exacta, arrojó sus heces sobre mi hermosa notebuc y, de inmediato, se me colgó el windows. Windows que no he podido descolgar por estar a una altura superior a lo que mis posibilidades físicas y psíquicas permiten.
Es por esta razón que me encuentro ahora en un cyber café de 5 estrellas esmeriladas dónde me cobran la friolera de 2,50 morlacks la hora de internet y el café brilla por su ausencia.
Es por esta y otras razones que:
1.Me cago en todos los santos del cielo.
2. Escribiendo esto ya han pasado 20 minutos y todavía no chatié con mi novio...
3. Odio el mar.
4. Un saludo para todos los que me conocen.
5. No me pidan también que corrija.
6. Y todo eso...