14.12.03

Homilía dominical de este domingo

Hoy voy a abocarme a la breve narración del padecimiento de la mártir Adelaida cuando fue a comprar soutién y descubrió que los mismos sólo se fabrican para aquellas que no los necesitan.

En el gineceo de septiembre, poco antes de la Cuaresma del DJ Ferrara, celebrábase un baile de egresados al que asistirían varias personalidades ilustres de Nazaret.
Adelaida, madre abnegada, se encargó de cocinar tortillas y minestrones para tal evento.
Trabajó durante largas jornadas olvidándose así de su aseo personal y acicalamiento para el momento de la entrega del Melchor de Plata.
Observó sus otrora pechos turgentes frente al espejo dorado a la hoja y se los vió notablemente caidos y mustios.
Decidió salir a comprar corpiño adecuado. Para ello rompió el chancho que no tiene la culpa y contó unos cuantos morlacks de monedas de a cinco centollos.
Carolina Cuore, una agraciada vendedora boliviana del desierto de Ravi Shankar, le ofreció varios modelos que tenía en stock, más ninguno de ellos era de la talla y el tenor graso pertinente.
Adelaida se sintió poco menos que una morsa rimbombante y lloró varias lágrimas de Calostro Castrol SP.
Angustiada, tomose un litro de líquido de frenos que la apaciguaron un rato.
La vida está hecha para pocos. A la medida de quiénes no precisan casi nada. No existen los sostenes que sostengan. Las tetas son un viaje de ida y el fiel reflejo de la impiedad de las leyes físicas.
Adelaida padeció lo indecible hasta dar con su Maidenform. Le agradeció a dios el milagro y dios le envió otra sorpresa.
El ñocorpi salía 60 morlacks. No pudo comprarlo. La ilusión es un bien realizable siempre y cuando poseas la visa (o la mastercard) que encauce los sueños hacia la cima de quienes tienen privilegios porque pertenecen.
Adelaida fue al ágape disfrazada de milanesa de nalga y a partir de ese momento se convirtió en mártir.
Espera que algún día la canonicen y la dejen en paz con sus tetas al viento y el frío del mar, zucundúm, zucundúm.
Lamenta no haber nacido en las épocas renacentistas. Pero no pierde la esperanza de reencarnar en Gwyneth Paltrow o una de esas que no necesitan ni victoria ni secreto alguno y andan así, felices por la vida.

Queridos hermanos.
Espero que hayan aprendido la lección.
Si querés ser mártir y consagrarle a dios tu dolor, tenés que ser pobre y de busto prominente.

Que así sea.

In nomine Patri Miccio.