16.11.03

La terraja de Moore chanfleaba las roscas

—¿Los artesanos pueden construir mares?
—No, apenas maquetarlos.
—¿Y los artistas?
—Los artistas pueden más, pueden crearlos y hacer que naveguemos o naufraguemos en ellos.
(Aldo Sivi)


Leucocito Ordoñez era un artista. Ahora no. Ahora es artesano y va por la vida con su morral repleto de biyutas de colores.
Leucocito Ordoñez canta "Mañanas campestres" y se baña pocas veces. Fuma porro, toma birra, enfrenta el sol que cuartea su cuero desprovisto de cabelludo, sufre los embates de las lluvias y de otros fenómenos naturales, tiene un tatuaje en el brazo con el ying yang.
¿Es feliz Leucocito Ordóñez?
No. No lo es. Leucocito Ordoñez quería ser artista. Y ahora no lo es. Ahora es artesano.
Saca bocados, crecen sus biceps, aguillotina cartón, martilla con fuerza, con furia, sus manos son cayos. Hace pastiches, enduida pieles, encola culos, bate, corta, ralla y amasa.
Antes no era artesano. Antes era artista. Es decir, hacía lo mismo que ahora, pero se bañaba más seguido y cantaba "You make me feel so young".
¿Era feliz Leucocito Ordóñez?
No. No lo era. Leucocito Ordóñez quería ser artesano.
Ahora lo es. Pero ahora quiere ser artista.