14.11.03

Anoche soñé con vos: llevabas ropa antiflama


En un lugar donde el viento destetaba a los angeles, sucedían acontecimientos paradigmáticos.
El más notable era la proliferación indiscriminada de acróbatas panameños, hecho que producía serios inconvenientes al personal del estado que trataba de cazarlos con palmetas de enormes dimensiones.
Se dictaron leyes en contra, se reforzó la guardia de seguridad, se reunió un concilio de ancianos con barbas y espejuelos azules a fin de encontrarle solución a aquel entuerto, pero nada funcionó. Poco a poco los acróbatas panameños fueron plaga. Ejercitaban sus números en la vía pública, alteraban el tránsito con antorchas doradas, procreaban y, lo que era peor: sonreían amablemente.
Un ingeniero agrónomo de la zona de al lado tuvo la gran idea.
Ofrecerle a la plaga vacaciones pagas en Praga. Idea que fue aceptada con profunda alegría y se puso en práctica a los pocos minutos.
Así fue como se solucionó el problema sin recurrir a métodos violentos ni poco ortodoxos.
A veces nos ahogamos en un vaso de agua sin ver el ojo ajeno.
A veces, sólo a veces ese infierno tan temido es sólo una precaria casucha de adobe perdida en un mar de Santiago del Estero, ésa misma, ésa adonde se esconden las vinchucas.

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(El rojo, el pantalón antiflama rojo. ¿Rojo? ¡qué paradoja!)