15.9.03

Tribulaciones, lamentos y ocasos de damas patricias tuneadas.
(ISP mix)


1)
Conocí un albañil que era alérgico a los materiales de construcción. Me daba una pena infinita verlo brotarse cada día laboral.
Peores eran los síntomas cuando se enamoraba.
Una vez se enamoró de una azafata de Lan Chile y se hizo piloto de aviones. Venció la alergia, pero se estroló contra el cerro más ínfimo de la cordillera de los Andes.
Hay gente que tiene una mala suerte que te cagas.

2)
Mal que le pese a los promotores de tiempos compartidos, la verdadera compartibilidad, generalmente es una línea delgada que se corta tan fácil como un piolín podrido de esos que venían en la antigüedad con las cajas de pizza y dejábamos descansar en un cajón durante muchas temporadas.
Es lógico entonces. No se puede pretender demasiado, excepto que el piolín sea amarillo (como el de una amiga que tengo que los colecciona). Ahí, te aseguro que la cosa cambia.

3)
Ya no creo en Anteojito, ni en Billiken, ni en Petete, a pesar de que le debo, a su libro gordo, el enorme equipaje de conocimientos que desperdigo a diestra y siniestra cual esquirla de la piedra fundamental harriporteana.

4)
Y le pasás la esponjita, le sacás la grasa con detergente y limón, lo enjuagás bien y después le das suave con una franelita para sacarle brillo. Algunas veces necesitas otro tipo de productos para llegar al mismo resultado. Otras, ni con soda cáustica.

5)
Siempre se da que, en situaciones incómodas o tediosas, sin que sea óbice de nada, que de golpe sentís deseos de tomar helado de pistacho y es tarde o el teléfono sólo acepta tarjetas. Y vos tenés una moneda de 25 que te mira con cara de tortuga.
Cuando nos casemos quiero que instalemos una heladería en el living. Así siempre será verano cuando juguemos al chin chón. O sino en Roma, que es la ciudad más altisonante que hay.

6)
Las grandes equivocaciones nos ayudan para no volver a equivocarnos, dijo una vieja y así le fué. Al final se murió de poca sal, murió de hipotermia, hipotiroidismo e hipotensismo. Murió enfermísima.
Murió, a fin de cuentas, de un ataque de hipo que no se le fue jamás.
O murió de vieja, tal vez.

7)
En los momentos adonde sentís que la cabeza se vuelve convexa o todo lo contrario, lo mejor que podés hacer es intentar la menor cantidad de papelones posibles, es decir, que nadie te vea en pelotas.
Hacelo, si es que podes en algún galpón lleno de materiales de construcción o de cosas que no se usan, jamás en el nuevo cubrecama que compraste en el Carrefour, nunca en el OralB celestito que te toca, porque ese es el puto que te avisa cuando lo tenés que cambiar.

8)
Todo es reglativo. Nos rigen reglas estrictas y puntuales. Especialmente los días 10 del mes. Pero a veces no, y ahí si que te la regalo. Tenés que buscarte laburo en la carpintería de tu tío porque hay que apechugar.

9)
Me molesta que todos hagan y digan las mismas cosas, escriban igual, piensen del mismo modo, se rían al unísono y se plagien para aquí, para allá indefinidamente. Me molesta cada día más todo el carromataje infecto de lugares tan comunes como la carnaza o el sentido.

10)
La primavera me gusta porque nos vamos a Cascallares. Casi siempre me enamoro en Cascallares. Casi siempre me enamoro en primavera. Me enamoro de floristas que son los que dominan en primavera.
Cuando nos casemos quiero que pongamos una florería en nuestra habitación conyugal para que siempre sea primavera cuando vemos la tele. O sino en Blumenau que es la ciudad más perfumada que hay.