23.9.03

La verruga iconoclasta o diez consejos para no toparse con un mamut.

Cuando dios creó al hombre estaba tan borracho que tomó su computadora y escribió un par de palabras mal tipeadas, las sopló y les dio send.
Del otro lado del cielo una diosa maldormida chequeando los imeils de sus cuentas, recibió esas palabras.
Allí nació la mujer. Y no fue de una costilla sino de un microprocesador ebrio y de otro cansado .
Pero tanto una como otra creación eran archivos muy pesados, las conexiones eran lentas (no existía aún la banda ancha, ni la fibra óptica, ni la penicilina) y el lag era tan grande, que jamás pudieron comunicarse, comprenderse, mucho menos tocarse, y más aún, animarse a crear juntos un mundo que se desintegró, precisamente, al día siguiente, cuando dios despertó, tomo una sal de frutas y olvidó que por un fragmento de una noche confusa, fue un hombre.
Mientras él dormía la mona, la mujer del otro lado buscaba la mejor de las manzanas. Pero la fruta conseguida era de un formato incompatible con los programas de dios. Por eso éste, jamás supo de que se trataba ese nuevo correo recibido. Y el paraíso no existió jamás.