8.7.03

¡Llame ya! (un relato para refleCsionar bocha y media)

Todo comenzó cuando Juan Níspero llamó a Sprayette.
Había visto una publicidad dónde el ídolo de su juventud, Eric Estrada, mostraba como se podía cortar la cáscara de una naranja toda entera, con un artefacto muy sofisticado lamado "Globalicer-fat Standar-oil."
Como él no entendía nada de inglés puertoriqueño y siempre había querido saber si era cierto eso de que al tirar hacia atrás una cáscara de naranja toda entera, se formaba la inicial de la persona que lo estaba amando en ese momento, marcó el 4992-2999.
Además, Juan Níspero era de esos que creían que nada era casual en la vida, seguramente la comunión Poncharello + cáscara de naranja cortada toda entera, cayendo y formando la inicial "A" sólo podrían decir una cosa: que Ana Freixenet estaba enamorada de él.
Entonces llamó antes de los diez anteriores que se llevarían, si "llame ya", un bonus track que consistía en una fotocopia de una foto que Nikki Lauda se había sacado comiendo chizitos de Kellog's, poco antes de morir carbonizado.
Juan Níspero pagó con la tarjeta de crédito número 567 342 568, vencimiento 2004 y código de seguridad 3098 y se sentó en el sillón que había heredado de su abuelo Al Zheimer, a esperar que Ana llegase y lo amara por toda la eternidad, que, en el caso de Juan no era muy amplia, ya que padecía de cáncer de páncreas y su oncólogo le había dicho que le quedaban exactamente 144 días de vida. Pero Juan Níspero queria vivirlos con todo. Y por eso llamó a Sprayette.

Al día siguiente sonó el timbre.
Juan Níspero se levantó del sillón, excitado con la idea de que llegara tan pronto el envío de su "Globalicer-fat-Standar-oil.". Pero no, era el sodero pidiéndole que le pagara los sifones atrasados. Los pagó con ticket canasta que le habían quedado de antes de quedarse sin el empleo de archivista de boletas de Loteriva y, aunque los tickets estaban vencidos; el sodero ni cuenta se dió. Como, últimamente nadie le pagaba las deudas, se fue a su casa muy feliz y le pidió a su mujer que abriera la damajuana de Parrales de Chilecito que había quedado del cumpleaños de la hija menor, para festejar.

Al otro día sonó el timbre.
Juan Níspero, antes de atender se puso colonia Ambré de Latour, se peinó la pelada y, cuando fue a atender, ya no había nadie, sin embargo tuvo la precaución de mirar en el buzón y allí había una nota que decía: "No por mucho madrugar, se amanece más temprano"
Se quedó un rato pensando en el significado y el significante, y como no consiguió entender, lo llamo a su amigo Verbo Rágio (uno que había estudiado Letras en la UBA) quien, le dió un gran consejo: - Juan, leete algún libro de Sassure y seguro que ahí encontrás la respuesta a tus inquietudes (le dijo y cortó porque se tenía que ir al dentista)

Como Juan Níspero, en su casa no tenía ningún libro de casi nadie, y mucho menos de semiología, se agarró uno que había quedado en la cómoda desde hacía un tiempo. Era, más que un libro una edición casera de "Dios es tu amigo" que una vez dos chicas vestidas con trajecitos sastre beiges le habían dejado.
Y Juan Níspero se lo leyó en un rato.

A la semana siguiente sonó el timbre.
Juan estaba lavando sus zapatillas Flecha azules, pero llegó a la puerta a tiempo. Allí estaba una señora regordeta pero bastante apetecible y con ganas de hablar durante mucho tiempo. Juan la atendió con simpatía, la hizo pasar y le convidó con jugo de frutas tropicales Tonga. La mujer le regaló varios libros y se fué.

Cuatro días después sonó el timbre. El tipo que tocó llevaba un paquete de Sprayette y un uniforme de color violeta. Volvió a apretar el botón, pero Juan Níspero no salió a atender jamás.
En cambio apareció la vecina de media cuadra diciendo: - ¡Muchacho! ¡Muchacho! No hay nadie.... el señor que vivía allí se fue a predicar el evangelio a Curuzú-Cuatiá y no creo que vuelva. Pero deme a mi el paquete que yo se lo guardo...
- De ninguna manera, señora. (respondió el tipo vestido de violeta) ...de este envío tengo que rendir cuentas y, fíjese, que todavía no me han efectivizado en la empresa y con los tiempos que corren...ustéd ya sabe...
- Claro, m'ijo, yo lo entiendo, disculpe usted. Lo mismo le pasó a la Rota, mi nieta de mi hija del medio que se quedo sin em... (la vieja se quedó hablando sola mientras el tipo subía a la combi de PATO, diciéndose, para sí mismo: - ¿qué tendrá este paquetito?)
El chofer, mientras tanto le contó cuestiones reveladoras: "que si el paquete no se pudo entregar por muerte o ausencia definitiva; con solo escrachar una firma era suficiente; que si lo que había adentro era muy valioso iban a medias y que patapín y que patapán..."
Pero José Tuna, (que así era como se llamaba el tipo vestido de violeta) no estaba dispuesto a compartir el botín.

En el cruce de Emilio Castro con Av.Trabucco, aprovechando la maniobra del chofer, que era manco del brazo derecho y le costaba muchísimo doblar, José Tuna le clavó en el corazón, un tenedor que se había choreado, horas antes del bar La Chauchita, y el manco se murió en el acto. José bajó de la combi en movimiento, momentos antes de que estrellara contra un puesto de flores, con el paquete en su mano, se tomó el 39, que pasaba a dos cuadras y llegó a su casa.

La madre de José estaba esperándolo con el puchero, pero él no tenía ganas de comer y se fue a su habitación. La madre se ofendió (era una mina medio jodida).

Cuando José Tuna vió el "Globalicer-fat-Standar-oil.", lo primero que hizo fue ir a la heladera a buscar una naranja. Y no había.

Así que se tomó el 133 y se fué para Gaona, donde solía haber grandes puestos de verduras y frutas abiertos las 24 horas. Encontró uno. Pero el dueño estaba durmiendo y no lo atendió.
Entonces se robó una naranja y volvió a tomar el 133 hasta su casa, sintiéndose culpable porque era la primera vez, en su vida que robaba.
Llegó a su casa, cortó la cáscara de naranja toda entera, con su "Globalicer-fat Standar-oil.", la arrojó hacia atrás y pudo ver con profunda emoción, que se había formado con ella, la letra "A"

Al día siguiente sonó el timbre.
La madre de Juan Tuna atendió a una señorita llamada Ana Freixenet y la hizo pasar a la sala. La señorita no esperó demasiado y se metió en la habitación donde José Tuna dormía. Lo despertó con una caricia, diciéndole al oído: - Aqui estoy. Hace varios días que te estoy amando.