18.6.03

Gatos (Reflux)


Hay una especie de vaho verdoso en el ambiente. Los días que son así de pringosos me dejan con el omóplato derecho apuntando hacia Oceanía. Se dice por ahí que hoy llueven gatos en alguna parte del planeta. Gatos caídos de árboles de esos de los que suele hacerse leña, como corresponde a toda lógica bien argumentada, pues sino sería ilógica y no es de eso de lo que se trata.
Lo mejor, sería apuntarse con un frasco de Savora a la sien y disparar. Tener la precaución de limpiarle la puntita, pues sino corrés el riego de convertir el juego en ruleta rossa o marroncita, según la fecha de caducidad del frasco.
Que no sea de vidrio, te lo pido por favor. No sea cosa que te lastimes y tenga que ir a la farmacia a comprar curitas. A propósito, a ver si me devolvés el espéculo que te presté hace como dos meses y también la heladera, que ando con la leche cortada y se me están muriendo todas las torcazas.

Hay una especie de leguminosa que me mira con un odio que no entiendo. Una vez estuve en Puerto Pirámide y me trancé a un pingüino, con la secreta esperanza de llegar a Batman. Nunca confíes en un bicho que no es ni pájaro, ni pescao. Y tampoco es gato de los que llueven en estos días así, como de mierda. Nunca más volveré a enamorarme. Nunca más compraré fideos Nutregal, porque se pegan. Estoy dispuesta a realizar actos verdaderamente asombrosos, pero no me apures, si querés sacarme buena.
Aprovecho esta ocasión para decirte que si te mentí ese día, pude hacerlo muchas otras veces. El que siempre me creyeras, ya es tu problema. No soy responsable por todas las calamidades que sucedan. Tampoco fui yo quien te robó el Libro de Oro de Patoruzú. Esa, seguro fue la puta que escondías dentro del botiquín del baño. No creas que siempre fui una otaria, algunas veces me doy cuenta de las cosas. No creas, tampoco que los productos light no engordan. Todo engorda o sino, te mata.