19.6.03

Fábula del perro que quería ser Tirasosaurio Rex y le fue más o menos.

En un departamento de Villa Celina vivía un perro que se aburría tanto que decidió aprender a leer.
Un buen día, su cola rozó un libro que estaba por caerse de la biblioteca. Era el Jurassic Park nº 4. Como hacía rato que había dejado de lamerse las pelotas y, en el departamento no había mierda en la que revolcarse, pues los dueños eran muy limpitos, se lo leyó entero en unas ocho horas, más o menos. El libro le gustó muchísimo, pero le quedaron algunos interrogantes.
Por eso quizo ver la película, y se fue al blocbaster a alquilarla.
La señorita del local le explicó que tal película no existía, que aún no se había filmado e intentó convencerlo de que se llevara la 1 o la 2. La 3 no, porque no estaba disponible.
No hubo manera. El perro quería la 4, porque había leído el libro nº4 y todos sus interrogantes correspondían al nº 4 del Jurassic Park.
Volvió a su casa con una profunda desazón, hasta que se le ocurrió que, tal vez, en alguna parte de la biblioteca hubiera algún diccionario o enciclopedia, que pudiese despejar sus dudas.
Su pequeña anatomía perruna sólo llegaba a abarcar el estante más cercano al piso. Y los libros, allí no estaban.
¿Cómo hacer para llegar a los estantes superiores?
Por más que pensaba, todas sus ideas eran vanas, ya que, a fin de cuentas era un simple perro y es sabido que los perros, a diferencia de los monos y los alpinistas, no tienen demasiado desarrolladas sus capacidades para manejarse en las alturas.
El caso es que la única salida que encontró para resolver su problema, fue la de convertirse en un Tiranosaurio Rex, tarea que le llevó bastante tiempo, pero que al fin, a fuerza del deseo, consiguió.
Y creció tanto que el departamento le quedó muy chico y sus dueños no tuvieron más remedio que mudarse a una quinta en Don Torcuato.


Epílogo:

El perro ya no es perro, sino Tiranosaurio Rex
Sus dueños se hicieron millonarios con las ventas de entradas a instituciones educativas y particulares de la zona, para ver al animal.
El perro jamás llegó a encontrar las respuestas que buscaba.
La empleada del videoclub se casó con un arquitecto recibido en la UM y tuvo mellizos.
El perro sigue aburrido.

Moraleja:

"Por más Tiranosaurio Rex que seas, la vida igual es una mierda"