16.4.03

Los girasoles de AOL

Conocí una vez, en Paso del Buey, un obispo que dedicaba sus horas libres a la lumbricultura. El celibato lo jodía bastante al pobre. Tanto así era, que se enamoró de una lombriz que era diferente a las demás. Digo que era diferente porque era una lombriz virgen y se llamaba María.
Además tenía sus manías. Todo el tiempo pensaba que podía volar.
El obispo se esforzaba por construirle adminículos para que ella pudiera cumplir su sueño, sin darse cuenta de que lo que en realidad la lombriz necesitaba era alas o bien turbinas.
Las alas eran más fáciles de construir porque, además de criar lombrices, el obispo tenía un enorme gallinero.
Luego de varios días consiguió elaborar unas bonitas alas de pluma de gallina y se las clavó a la lombriz en el lomo, con la mala fortuna de dividirla en dos mitades.
La lombriz nunca pudo volar, pero el obispo, ahora es bígamo.