1.1.03

Es sólo un cambio de número, una convención, un invento perverso. Pero parece que es que hay que seguir un orden y el tiempo se parcela, se acomoda a días, meses, años. A una duración máxima y mínima que permite que haya límites, finales y comienzos. El tiempo es parte de la religión.
En todo caso esto es lo más jodido. Lo jodido son los finales de años, la estúpida parafernalia de juntarse, de amar a ese prójimo que detestás con toda la fibra de tu cuerpo, de hacer balances hipócritas, de augurar próximos buenos tiempos, aún sabiendo que la vida no comienza en el almanaque, que las cosas buenas o malas, simplemente suceden, no importa cuando, en que momento.
Eso de inventar una esperanza anual, cuando sabemos que sólo el azar rige los éxitos, los fracasos, el torpe o feliz transcurso.
Así las cosas. Nihilismo a ultranza. La mejor ayuda para ser lo más ferozmente infeliz que se pueda.
Y, aunque impar... al número 3 le tengo una especie de tirria. Será, tal vez porque nací en un fragmento de tiempo que terminaba con ése número. Y este año, deberé festejar otro cero más.
No me importa. Todo es demasiado estúpido como para preocuparse por ello.