15.3.02

Toda mi insatisfacción existencial es producto de mi falta de fé. La gente que tiene fe es más feliz. Con esto no quiero decir que
el hecho de no haber tomado mi primera comunión sea la causa de mi infelicidad; no se trata estrictamente de una fe religiosa, de la que hablo; sino de un concepto abstracto, de una idea general de fe, que es esa que alivia y contiene en los momentos de caos emocional. Para que quede claro, doy un ejemplo:
Mi ex-suegra tiene fe en los lupines y en el aloe vera. A ninguna persona con más de dos dedos de frente, se le ocurrirá asociar estos dos elementos con algún don divino; nada de eso hay en un poroto o en una planta; aunque si lo analizamos profundamente y con una concepción cartesiana; tal vez podríamos ver, en esa semilla el germen de la vida y, si la vida fue creada por dios, y dios es la vida misma, por lo tanto dentro del poroto hay una vida latente, ergo, dentro del poroto está dios. Pero dejando de lado tan manoseadas y pelotudas disquisiciones, lo cierto es que mi ex-suegra tiene una confianza casi ciega en que comiendo dos lupines diariamente , en ayunas, sus dolores de artrosis disminuyen; y que la savia gelatinosa del aloe vera tiene propiedades mágicas aún mayores a las de la piedra filosofal. Es posible, que, a través de la esperanza que deposita en ello, mi ex-suegra logre sentirse mejor y sobrellevar los infortunios de la vejez con mayor tranquilidad y bienestar.
Mi caso es diferente, porque cada día que pasa noto que creo en menos cosas.
Si bien, hasta no hace mucho hubo una especie de creencia que me sostenía, eso desapareció casi por completo, pero a veces me gusta recordarlo. Era mi fe en el arte. Pensaba que, de alguna manera, la única cosa que realmente podía trascender toda la mierda general era el desarrollo artístico, en cualquiera de sus vertientes, dicho con el más remanido de los tópicos: que el arte era lo único que podía cambiar alguna cosa, y sobre todo al hombre, entendido como "ser humano". Y esto, al estar generado por "hombres", me
hacía creer un poco en ellos, y si era yo quién estaba "creando" alguna cosa, eso aumentaba mi fe en mi.
Hoy día todo me parece demasiado absurdo. No tengo valores fijos. No tengo valores importantes. Pero sé que necesito creer en algo, si es que quiero mantenerme cuerda el tiempo que me toque.