23.3.02

He recuperado el sublime disco “Grace” de Jeff Buckley. Lo había prestado el año pasado y fue uno de los peores errores cometidos, pero el amor es así.
Cuestión que aquí lo tengo nuevamente conmigo y ya no volveremos a separarnos. Para ubicar un poco, este californiano ha sido el niño mimado del Indy, al haberse muerto ahogado en el Río Mississipi, con sólo un disco editado, como era de esperar, se convirtió en mito. 30 años, una promisoria carrera, talento y una muerte extraña. Todo un estereotipo.
En este caso, el talento es real. Una voz absolutamente melancólica y melodías de esas que te transportan, depende del caso, a los paraísos perdidos o a la profundidad de los infiernos más espeluznantes.
En fin. Me encanta Jeff Buckley. Y lo tengo de vuelta en casa.