29.3.02

Dos noches atrás, conversaba con un amigo, al que hacía bastante tiempo no veía, respecto a este asunto de la comunicación virtual. Le decía, que, a través de las listas y el correo electrónico, diariamente me sentía acompañada por mucha gente, algunos de ellos amigos. Que con ellos compartía muchas más cosas que con aquellos que viven en el barrio.
Hoy me dio por pensar en la soledad y saque la cuenta de que, en realidad se trata solamente de eso. Estamos solos. Conectados, pero más solos que la mierda.
Pensar que en alguna parte lejana, alguno de mis amigos está triste, o está enfermo, o tiene ganas de salir a tomarse una cerveza y no lo hace por no hacerlo solo, mientras yo estoy aquí tambien sola, un poco triste, un poco enferma, me parece otro absurdo innecesario. Estamos siempre al filo de las imposibilidades y tal vez sea eso lo que más nos atraiga de todo este sinsentido.
Tengo un tango para cantarle a alguien. Realmente me gustaría poder hacerlo, aunque no sé si la gracia sigue estando en la imposibilidad.
Con mi amigo ese de hace dos noches atrás, nos vemos muy poco. Lo que es seguro es que cuando alguno de los dos, anda necesitado de tangos o mimos; esos nunca faltan.
Tengo un tango atravesado en la garganta.
Tal vez, inspirando profundo y exalando con ganas, como si fuese el primer aliento,
le llegue.